viernes, 21 de febrero de 2014

MAL DE ALTURA



¿Qué es el mal de altura?

El mal de altura (también denominado mal de montaña agudo, puna o soroche para los indios), es el conjunto de reacciones físicas que se producen en el cuerpo humano, en respuesta a la exposición a baja presión de oxígeno que existe a gran altitud.

A medida que ascendemos en altura, se produce una disminución progresiva de la presión atmosférica y también de la presión parcial de oxígeno en el aire que inspiramos. El oxígeno es esencial para la vida y su disminución brusca produce importantes alteraciones que, de mantenerse durante un tiempo excesivo, pueden llevar incluso a la muerte.

Al disminuir la presión de oxígeno en el aire inspirado es menor la cantidad de oxígeno que llega a la sangre, y es entonces cuando el organismo pone en marcha una serie de mecanismos destinados a aportar una mayor cantidad de oxígeno a las células. Aumentan la respiración, el pulso, la eficacia de bombeo sanguíneo del corazón y el número de glóbulos rojos (las células de la sangre responsables del transporte de oxígeno).

Los primeros síntomas del mal de montaña pueden empezar a sentirse a partir de los 2.500-3.000 metros por encima del nivel del mar, y suelen presentarse de 12 a 24 horas después de la ascensión. Existe una gran variabilidad individual, lo que quiere decir que no todas las personas tendrán los mismos síntomas al ascender a grandes alturas. Los factores que influyen en la aparición de síntomas son: la velocidad de ascenso (cuanto más rápida, mayores son las probabilidades de aparición), la duración de la estancia a una altura determinada, el ejercicio continuado a gran altura y la edad (los más jóvenes y los ancianos presentan mayor predisposición). El mal de altura no depende de la forma física de la persona y puede afectar incluso a los atletas más experimentados.

Síntomas más frecuentes:

Intenso dolor de cabeza, fatiga o agotamiento físico, trastorno del sueño, naúseas y vómitos, falta de apetito, agitación y disnea súbita nocturna, es decir, despertar de forma brusca con sensación de ahogo.


Precauciones para viajeros no acostumbrados a grandes altitudes:

-Si es posible, evitar el ascenso rápido a altitudes superiores a los 2.750 metros en un sólo día. Para prevenir el mal de altura, es aconsejable fraccionar el ascenso, pasando al menos una noche a 2.000-2.500 metros.
-Evitar esfuerzos excesivos y el consumo de alcohol durante las 24 primeras horas a estas altitudes. Beber cantidades extra de agua.
-Si no se puede evitar el viaje a altitudes superiores a 2.750 metros en un solo día, considerar la profilaxis (prevención) con acetazolamida. La acetazolamida también es eficaz si se inicia su administración ante los primeros síntomas del mal de altura.
-Los viajeros que planea hace escalada o trekking a gran altitud requerirán un período de aclimatación gradual.
-Los viajeros con cardiopatía o enfermedad pulmonar previa deben solicitar consejo médico antes de viajar a una gran altitud.
-Los viajeros con los siguientes síntomas deben solicitar atención médica: Síntomas severos de mal de altura agudo o que duren más de 2 días como por ejemplo: incapacidad para caminar en línea recta o incapacidad absoluta para caminar, alteración del estado mental o aislamiento de la interacción social,. Dificultad respiratoria en reposo con tos y cansancio, coloración azulada de la piel (cianosis), rigidez y congestión pectoral, expectoración de sangre.


Http://apps.who.int/iris/bitstream/10665/77945/1/680120496_spa.pdf

Tratamiento

El reposo, una buena hidratación y una dieta rica en azúcares, suelen ser suficientes para tratar los casos leves, que se resuelven en el plazo de 24-48 horas.
Si los síntomas empeoran en el transcurso de las horas se recomienda el descenso a cotas inferiores, descendiendo al menos 400 metros de la cota donde se halle situado previamente.
Para tratar sintomáticamente el dolor de cabeza, pueden utilizarse los analgésicos comunes como ácido acetilsalicilico o paracetamol, y si el dolor es muy intenso, asociaciones analgésicas con codeía, cafeína o ergotamina. Puede también utilizarse la coca (Eritroxylon Coca, la planta divina de los incas), en forma de hojas masticada.
En cuanto al insomnio de altura, sobre todo si es provocado por las pausas de la respiración periódica, debe tratarse con acetazolamida, pero nunca con hipnóticos o sedantes, que pueden empeorar aún más la situación, al deprimir la respiración.



Otras consideraciones:

La mayoría de las personas con enfermedades crónicas del corazón o del pulmón pueden pasar tiempo a alturas elevadas con seguridad, si su enfermedad está bajo control. Las personas con enfermedad de la arteria coronaria, enfisema leve o presión arterial alta, no tienen un riesgo mayor de tener mal de altura que las personas sin estas enfermedades. Tampoco arriesgan empeorar su enfermedad al viajar a una altura elevada.
El exceso de peso no aumenta el riesgo de desarrollar mal de altura.
Las personas con anemia falciforme (drepanocítica) no deben viajar a zonas con una altura elevada. Una altura elevada también es peligrosa para las personas con enfermedad pulmonar grave, tal como enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC) o enfisema grave y para las personas con enfermedad del corazón grave.


Autores:
EAP Azuqueca de Henares
Dra. Rosa de la Peña Ingelmo
Dra. Lucía Gonzalez-Tarrío Polo

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