lunes, 5 de agosto de 2013

CONDUCTAS DE RIESGO EN ADOLESCENTES: CONSUMO DE DROGAS. PREVENCIÓN. ROLL-PLAY

Hojas secas de Marihuana. Fuente: Wikipedia


Usted tiene una hija menor de edad que va a salir de casa con sus amigo-as. La pregunta : ¿va a consumir drogas? La respuesta: es probable, si nos atenemos a las encuestas sobre consumo de drogas en adolescentes. La solución: que esa adolescente esté suficientemente formada e informada para que sepa cómo actuar ante las drogas.

Nuestro objetivo consiste en lograr un buen estado de salud en nuestros pacientes, siendo los adolescentes una población difícil de abordar en cuanto que tienen un grado de independencia suficiente como para poder adoptar conductas de riesgo que nos obligan a una  mayor vigilancia. Son los padres quienes dan la voz de alarma, sobre todo las madres, cuando los adolescentes comienzan a fallar en los estudios, en los horarios marcados, en la demanda de dinero y en las discusiones familiares. En estas ocasiones el establecer un puente de comunicación con el paciente se convierte en un trabajo arduo y que puede llevarnos mucho tiempo. 

Desde la atención primaria estamos siendo testigos del adelanto de ciertos comportamientos de riesgo tanto en el hábito tabáquico como en la ingesta de alcohol, con la dificultad añadida de cierta permisividad y tolerancia con estas “drogas legales”, pues una parte de la población entiende que a esa edad es normal que se transgredan las normas. Siendo conscientes de ello, nosotros intentamos dar toda la información a los padres y a los adolescentes sobre las sustancias tóxicas, animamos a los padres a buscar información para comunicársela y compartirla con sus hijos para que sean ellos la primera fuente de información donde éstos  acudan en caso de dudas. La mayor dificultad de todo este proceso es que los padres comiencen con esta tarea cuando los hijos todavía no han tenido contacto directo  con el alcohol y el tabaco, por lo que  según las estadísticas  dicho momento se sitúa cumplidos los diez años.
El hecho de enfrentarse a un menor no es lo mismo siendo educador que siendo padre, de tal manera que ser padre/educador multiplica la dificultad y la responsabilidad, pero hemos de saber que no hay nadie más con ese papel en la película. No es fácil asumir que una hija ha comenzado a tener relaciones sexuales con 13 ó 14 años, pero la realidad es ésa, y hemos de estar bien formados para poder acceder a ese adolescente sin que nos rechace. La formación de los padres es quizás algo que todo el mundo da por asumido y puede que muchos padres no tengan las armas necesarias para afrontar el problema en casa. Por eso esa formación ha de hacerse mucho antes de que la realidad se haga presente.

Según las encuestas sobre consumo de tóxicos en adolescentes la edad media de inicio en el consumo de alcohol y tabaco es entre los 13 y 14 años , donde un 35% de los adolescentes ya han bebido alcohol en algún momento y un 25% ya han fumado.  Según la última  encuesta estatal sobre el uso de drogas, realizada en 2010 a estudiantes de 14 a 18 años (Estudes) del Plan Nacional sobre Drogas, el 75% de los menores había consumido alcohol alguna vez, el 73,6% en los últimos 12 meses, el 63% en los últimos 30 días y casi seis de cada diez estudiantes en esa franja de edad admitieron haberse emborrachado alguna vez.

Por supuesto que no es la mayoría, pero para que todos tengan la oportunidad de evitar esas drogas, todos deben recibir la misma educación, por lo que todos deben convertirse en “sospechosos habituales “, no como culpables sino como potenciales consumidores. 

No hay un límite de edad mínima ni máxima para que el niño comience a tener conocimientos  sobre  la realidad. Los padres son los encargados de impregnar de ética esos conocimientos, de tal manera que en el centro escolar y en el centro de salud se van a transmitir unos conceptos sobre el cuerpo humano, sobre la higiene, sobre la salud. A los 4 años ya se interroga al niño sobre la higiene dental y el consumo de dulces intentando fomentar en el menor la idea de autonomía, pero responsabilizando a los padres de la vigilancia de tal cumplimiento. Y a partir de ese momento, el asumir ideas como dieta sana, higiene, estudio, respeto, es un proceso constante en el que los padres han de vigilar si la actitud del menor responde a lo que ellos consideran un orden adecuado. El menor va a aprender palabras malsonantes en el colegio, y es probable que las exprese en su casa, será el momento de corregir el vocabulario. 

El roll-play es el método por el cual adoptamos un  papel de actor en situaciones supuestas a las que los adolescentes se pueden enfrentar en la vida real. El representar una escena tanto en el ambiente escolar, familiar o en el centro de salud, es forzar al adolescente y forzarnos a nosotros a ver actitudes que creemos aprendidas. Nos va a ayudar a comprender cómo respondemos a los diversos estímulos externos y sobre todo cómo responde el adolescente e intervenir en ese momento para darle las instrucciones que creamos adecuadas, creando en el adolescente un modelo a seguir.
No hemos de evitar ningún tipo de situación  por extraña que nos parezca si de algún modo está relacionada con la edad del menor con el que estamos.  Los profesores, el pediatra e incluso los medios de comunicación nos alertan sobre los riesgos a los que probablemente se enfrente el menor en cada rango de edad. Pues es antes de esa edad cuando el menor ha de estar informado y entrenado para saber cómo responder según las ideas de los padres y según las indicaciones de las autoridades sanitarias.


Autor: 

Dr. Alberto Fernandez de la Fuente

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